En la claridad del ausente
retumba un trueno desdoblado
pasa indolente el recuerdo
al costado sombrío de la palabra.
La luz se vierte en colores ahuecados
la prenda de la memoria se opaca
el hambre urge en los estómagos del tiempo
el sol se come la casa.
Luego la noche, luna del pájaro secreto
hace hilo de luz lo eterno
el río negro de almas, no hay piedras,
se eleva a un astro de incienso.
La fuga se perpetúa en la estrella.
La claridad golpea el instante
que se vacía fugaz y se muere
en un absorbo de luminosidad y oscuridades.
(matías)
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