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jueves, 1 de diciembre de 2011

Lo uno y lo múltiple

Un pájaro que era bello cuando volaba
Y era tonto en el suelo,
Trajo la memoria de mí,
De cuando nacía,
Innumerable y voluptuoso,
En el escrúpulo frío de la mañana.
Lo uno era un vientre cerrado,
Algunos delantales blancos me hicieron muchos,
Derramé una lágrima cuando estuve en sus manos,
Me estremecí con el impacto de la oscuridad rota.
Habrá volado entonces un pájaro
Cuyo rostro olvidé para siempre
(Sin embargo, lo sigo buscando).
Me pusieron un lenguaje en mi sustancia,
Muchos lenguajes para una sola carne incierta
(Sin embargo, todavía lo busco)
Y nada nombra lo que dice,
Lo siento puro acto tal como alzar un brazo,
O cruzar los dedos,
La urdimbre del tiempo tuvo alas
Y un pico insolente,
El cinismo de lo imposible que se muestra,
Que se vive, que se puede.
Hubo, cierta tarde de lluvia en casa de abuelos,
Una música enigmática que me condujo,
Dulcemente, hasta el recinto del nacimiento:
Contemplé la ventana, la música pasaba lenta.
El deseo se inflamó, se estremeció la piel,
Los acordes entrecortados de Piazzolla,
Como espasmos,
Anudaban las formas discontinuas del mundo.
El mundo cupo en mi mano,
En ese instante, sentí que poseía el nombre de todas las cosas,
Sentí el abismo mortal de la poesía,
Entonces estiré el lenguaje para capturar esa alma,
Que se escurrió como el pajarito primero,
Como la divinidad de un imperio oscuro.
Nunca volví a sentir tan cerca la posibilidad de un nombre,
De una imagen, de un cuerpo, de uno.
El humo o el océano me inquietan,
Me trenza los nervios el viento,
Porque intuyo que solo en lo grandiosamente múltiple
Puede hallarse lo uno.
En el humo se dibuja la silueta difusa del ave,
En el océano se mece su canto,
En todo el viento la estela de su vuelo se junta,
Y todos ellos lo hacen,
Como yo intento hacer uno de mí,
Sabiendo que soy tantos,
Y que es tan precaria la memoria.
Intento recordar aquella mañana,
Los hombres solemnes con guardapolvos,
Ese cuerpo tajeado de mi existencia roja,
Y la explosión de lo plural, de lo diverso, de todo.
Los objetos y los seres apilándose con vértigo,
Mis lágrimas,
El pájaro que nunca más iba a ser, hasta ser para siempre.
Cuando mi abuelo falleció, en una triste cama,
Ni siquiera dijo un nombre,
Soltó una exhalación, y dejo de ser muchos, para volver a ser uno.
Después de la música de Piazzolla, aquella tarde lluviosa,
Nunca comprendí tan claramente,
Que la vida es lo múltiple,
Y que el pájaro del principio,
(Ese que obra en la poesía, en el canto, en el lenguaje)
Es el signo de la muerte, el signo de lo uno,
Reclamando ser llenado,
Absorbiendo todo cuanto sienta y tiemble.


(Matías)

jueves, 10 de noviembre de 2011

Impotencia

La belleza de la flor se apaga tan rápido
Que a veces quisiera
Destruir a patadas todos los jardines del mundo
O ser una flor que se apaga.


(Matías)

martes, 25 de octubre de 2011

El árbol de nosotros

Un abrazo hecho de tiempo
Se caen los muertos como gotas
Que cuelgan de un triste linaje
Y cada muerte nueva
Estira la rama, la dobla hacia el suelo
Nadie sabe cuánto se soporta
Antes de la caída
Hay espacios vedados
Que los muertos revelan
Espacios privados, solemnes, terribles
Qué absurdo ver cómo pasan los trenes
La gente caminando
Todo
Las cosas se unen y se duelen
Con tanta violencia
Como es posible
Nosotros solamente miramos
Y juntamos muertos en el árbol
En la espalda
Hasta que un día
no aguantamos el peso.

(Matías)

lunes, 19 de septiembre de 2011

Los cristos

Tengo los ojos llenos de infancia
De cuando bordaban los Cristos
Para adornar las paredes
Y se colgaban el retrato en el alma
Llenos de la paciencia con sueño de los domingos
Con los cuadros de Cristo hechos un malvón
Un automóvil absurdo,
Un trabajo repetido hasta el cansancio
Y los ojos inundados de lunes
Sumisa, laboriosa infancia
Adulta
Las discusiones graves en el cuarto
Pero Cristo
Y otra vez, las columnas erguidas
Los párpados pesados, y la vida transcurriendo
A pesar de todo lo bueno, lo malo
La religiosidad de la vida
Las noches sin cena, las camas sin sueño
El olor lento de cementerios y hospitales
Todo lo que se iba
Y el Cristo bordado
Con pudorosa violencia
En los labios febriles de la madre.


(Matías)

sábado, 10 de septiembre de 2011

Cinco Semblantes

Cinco semblantes ausentes quebraron un rostro
Las luces eran viento
Actuando los días
Que ocurren y cesan
Donde el ser del tiempo descansa
Y se desarma
En duraciones eclécticas
Compuestas de azar y azufre
De sangre espesada a debilidad de tristeza
La infancia es un tablero vacío
Un juego sin nombre
Que nadie sabe donde se dirime
Sino en los ojos
Que contemplan los días, que se salen del tiempo
Que me ausentan el rostro.


(Matías)

miércoles, 20 de julio de 2011

Los otros lados

Que crezcan animales para ser
Los animales que sean
La oscuridad sofocada
De un color sin aliento
La inmovilidad del tiempo
Cuando deshabita la hora
Y que sean
La sílaba sustanciosa
De cada lenguaje muerto
El rostro infantil del universo
Cuando la sombra se alarga
Yo no pido más nada
Que la nada
Y el revés de las lluvias
Que duplica el silencio.


(Matías)

jueves, 23 de junio de 2011

El amor de lo enfermo

Las copas de lo enfermo
Recortan inmóviles un cielo bajo
Que aprieta la voluntad como prensa
El mar verde de yerba oscura
Exhala los tiempos dentro del tiempo
Cualquiera que fuera
Sea donde
Duración que sabe a espuma
Vaguedad de humo
Erosión del silencio
Que filtran la pupila velada
Toda la noche del universo entra
En el rostro enfermo
En su no mirar que mira
En su morir que no muere
¿Dónde está el amor de lo enfermo?
Con las bujías que agonizan en la tarde
Se derrama la sangre lenta del día
La oscuridad es un fuego que abre
Una luz alojada en un vientre impreciso

(Matías)

domingo, 27 de marzo de 2011

Mares

El viejo está famélico
Mientras el mar acontece
Delante de sus ojos
Escuálido de olas grises
Que acunan la impaciencia
En la noche
Raquítico de frío y de niebla
Con las extremidades macilentas
De nicotina y hastío
Enjuto, de ojos extensos
Con gesto adusto, apagado
Parco, como triste
Como rumor de mar muerto
Como el sonido sordo
De un mar abstracto
Que pena y navega
Con la mirada aturdida
Y la pregunta embarazada
Por todos los mares
Y todos los hombres
Que nacen y se mueren
Que nacen y se mueren…

(Matías)

domingo, 13 de marzo de 2011

Necesidades

El desierto que alimenta
Esta sed tan blanca
Muere cada día
En el agua de tu rostro
Que hambrea mi esperanza.

(Matías)

jueves, 3 de marzo de 2011

El cuerpo

Las ideas del cuerpo se han percatado de sí
Y apenas camino
Tengo memorias del cuerpo ahora
Golpes asestados contra la infancia
Dolores absorbidos por los nervios
Oxido de sangre en la boca
El viento de una cumbre en Córdoba adolescente
Que se rearma en este viento
Que no es este, ni aquel, que ya es otro
La lluvia entrando al cuarto de los huesos
El olor seco del humo en los pastizales
Una mujer, también, en el cuerpo
Me revela la doble historia del olvido
El mar perdido al que estuve arrojando
Todo este tiempo, mis propios deshechos
Confiado en un silencio más bien impune
Lenguaje sordo de las cosas
El cuerpo se piensa en el dolor, se recuerda
Restituye como un fuego terrible
Las impresiones más remotas que lo fraguaron
Cuando el imperio de la razón, todavía
No había delimitado sus márgenes
La enfermedad, el amor, la muerte
Han puesto a mi cuerpo de cara al tiempo
Acaso los tres sean la misma cosa:
Una vindicación del cuerpo malherido por la historia.

(Matías)

martes, 15 de febrero de 2011

Proceso

Cada vez me hundo
En el recinto atroz del lenguaje
En la dulce tenebrosa poesía
Donde los abismos de mí perseveran
Y estallan las certidumbres
Cuando el fuego toma las palabras
Como trozos de madera y avanza
Se clavan las vocales en el hueso
Las consonantes retumban vacías
Pero todas marchan a la hoguera
Y se queman dolorosamente
Se retuercen las palabras de amor
Trepan por los muros las palabras de ausencia
Manchan su calavera con sangre imaginaria
Estiran sus rostros desesperados
Aúllan en el silencio y el espanto
Sucumben lentamente en el crepúsculo
Mueren lo bello, lo triste, lo absurdo
Se calcina el precario infinito del hombre
Hasta que solo queda un puñado de cenizas
Un testimonio del fuego, un poema.


(matías)

sábado, 5 de febrero de 2011

Acá

Acá estoy
Rescoldo del viaje por tu ausencia
Vuelto desde vos
A ninguna parte
La lumbre imaginaria ya no quema
Solo arde la obstinada esperanza
Que sucede a pesar de los hombres
Y muy a lo lejos
El fueguito díscolo que tengo
Ya no me pertenece
Te lo he entregado la noche de hoy
Para que hagas de mí
Simbólicamente, lo que vos quieras

(matías)

miércoles, 19 de enero de 2011

La cadena imaginaria

Una cadena imaginaria ata al futuro con el olvido
Lo amarra como historia muerta
Con los cepos inmóviles de la nada
Y así crece este infinito vacío que se adelanta
Para tumbarse en cada ciénaga
Para bordear cada absurdo despeñadero
Y remedar el pulso del tiempo en una palabra
Aquella cadena imaginaria es la unidad de la espera
Donde los eslabones portan ya el sentido
Y solo resta, entonces, desentrañarlo
Sin embargo, esa espera no es nunca pasiva
Un mero acto de entrega resignada a los albures
La espera no es nunca un estar esperando
Es, más bien, un estar haciendo
No hay espera que sea sin esperanza
Aún los enfermos terminales
Los amores no correspondidos
Esperan, esperanzan, construyen
Si el río corre en un mismo sentido, caótico
Pero ordenado, el deseo es más imprevisible
No sigue un curso, no tiene un destino, una desembocadura
O tiene el destino de no desembocar en ninguna parte
Porque toda espera está destinada al fracaso
El que espera y el esperado, son acribillados por el sentido
Se hunden, se atan a la cadena imaginaria
Quedan presos de un fluir ajeno, de una espera ajena
O de una tan íntima que se vuelve extraña al mundo
No se puede ser fiel, siquiera, a los propios pensamientos
El futuro es otro de esos tristes espectros que proyectan
Nuestras propias debilidades
El pasado no puede ser otra cosa que una fantasmagoría
El presente es lo vivido, el más intenso fantasma
Nosotros somos tiempo, tiempo que se desarma
Una lluvia violenta que se apaga suave en un vidrio.

(matías)

domingo, 9 de enero de 2011

Nieve y durazno

Tal como llega el éxtasis, llegaba
Y en el momento extático
Era como un espasmo de la tierra
Tenía la boca de nieve blanca
Que nunca nevaba
Más que en el cielo del verbo
En el trajín de la ventana
En el estupor de sus muertos
Los perros sin rabo se duermen
Se acurrucan en la nostalgia
La mosca avanza por el durazno
Lo penetra, lo fecunda
Ella decía que la nieve debe enfriar
Para ser palabra
Después si, agujerear el mundo
Quitar el guante límpido del mundo
Hundir las manos desnudas y ajadas
Contar los pájaros como historias
Y no como cifras y órdenes
La mosca fecunda dulcemente el durazno
Y lo muere
Ella nevaba, solo cuando quería
Cuando la nieve blanca estuviera fría
Y conmoviera al mundo
Entonces daba el amor, que se parece al silencio
Entonces yo nacía
Como un carozo caliente desde su lenguaje, su alma.

(matías)