Tengo los ojos llenos de infancia
De cuando bordaban los Cristos
Para adornar las paredes
Y se colgaban el retrato en el alma
Llenos de la paciencia con sueño de los domingos
Con los cuadros de Cristo hechos un malvón
Un automóvil absurdo,
Un trabajo repetido hasta el cansancio
Y los ojos inundados de lunes
Sumisa, laboriosa infancia
Adulta
Las discusiones graves en el cuarto
Pero Cristo
Y otra vez, las columnas erguidas
Los párpados pesados, y la vida transcurriendo
A pesar de todo lo bueno, lo malo
La religiosidad de la vida
Las noches sin cena, las camas sin sueño
El olor lento de cementerios y hospitales
Todo lo que se iba
Y el Cristo bordado
Con pudorosa violencia
En los labios febriles de la madre.
(Matías)
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