Justo cuando se puede no estar solo
uno elige estar solo
estar reivindicando el derecho a la soledad
su condición
como un mártir inútil
Sabiendo la imagen de los otros juntos
y haciéndose uno más grande
a la sombra abandonada de esa imagen
Porque estar solo cuando los demás están solos
no deviene en virtud alguna ni en mérito
pues las soledades se tejen mutuas
y se forja en la ausencia una red de cercanías
Estar verdaderamente solo es elegir estar solo
es abstraer el cuerpo y el alma de la multitud
que convoca
La verdadera soledad es una soledad abnegada
que sabe siempre que puede dejar de ser
y aun así escoge la oscuridad de un cuarto
la distancia de un sofá apartado de la fiesta
el entendimiento distraído o la despedida anticipada
La soledad genuina no es azarosa
no es un don o un escarmiento de la providencia
es mucho más profunda
tanto como incierta el alma que
ante las luces del espectáculo
o ante el solemne vaivén de la vida
escoge morir sola prefiere vivir extraviada
La soledad genuina es un acto de rebeldía
en el fondo nadie quiere estar solo
pero a veces la compañía exige un precio caro
algo así como salirse de uno mismo
como reír sin ganas o hablar sin boca
y saber que el silencio desgarra
que no es posible ni deseable
y las miradas no se entienden
y los cuerpos se engañan
entonces uno acaba por sentirse más solo
entre tanta compañía aislada
entre tantos ismos errantes y vagabundos
que en el bosque más recóndito de la Europa nórdica
o en el frío más crudo de cualquier invierno
y de noche
La verdadera soledad se elige
como un acto urgente de búsqueda
porque nadie nunca quiere estar solo
y porque en el fondo intuimos que lo que el mundo
llama compañía
no es más que una triste sombra
de largas soledades que nunca se cruzan
que nunca se tocan se besan ni acarician
soledades largas que se deshabitan paralelas
como rieles fríos de acero, como vías del alma
nunca nunca
(matías)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)


No hay comentarios:
Publicar un comentario