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jueves, 24 de octubre de 2013

De tantos golpes

¡Loco! de tantos golpes.
Golpean, y uno que abre la puerta,
Y no ve nada, pero siente el golpe que insiste,
Y grita, y reclama: ¿Quién es? ¡Hable!
Y el silencio, como un cartero, deja su despacho,
Y se larga.
Luego el teléfono, ese rabioso aparato,
Suena con locura, se sacude con vértigo,
Pero del otro lado no escuchan nada,
Y uno que grita: ¿Quién es? ¡Hable!
Y suena y suena, y golpean la puerta,
Y suena la puerta, y golpean el teléfono,
Pero no hay nada.
La casa se agranda como un laberinto,
El sol de la mañana duele en el desvelo,
Pan y mate sin hambre,
Saciedad del alma, estómago con hastío.
De repente me hablan, pero soy yo ahora,
El que no oye: ¿Oiga, señor, me escucha?
¿Decime, Matías, te pasa algo?
Permanezco callado.
Contemplo de qué estoy rodeado,
La forma en que estoy hecho,
Y no encuentro una mísera palabra,
Que pueda dar nombre a alguna cosa.
Cuelgo el teléfono.
No sirve de nada.
Del otro lado debe ocurrirles lo mismo.

(Matías)

2 comentarios:

  1. mati yo quiciera escuchar y voz no queres a ver si x lo menos duena el telefono n a

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  2. tenes complicada la vida con la tegnologuia lo dudo espero q encuentres tu centro

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