Cada vez me hundo
En el recinto atroz del lenguaje
En la dulce tenebrosa poesía
Donde los abismos de mí perseveran
Y estallan las certidumbres
Cuando el fuego toma las palabras
Como trozos de madera y avanza
Se clavan las vocales en el hueso
Las consonantes retumban vacías
Pero todas marchan a la hoguera
Y se queman dolorosamente
Se retuercen las palabras de amor
Trepan por los muros las palabras de ausencia
Manchan su calavera con sangre imaginaria
Estiran sus rostros desesperados
Aúllan en el silencio y el espanto
Sucumben lentamente en el crepúsculo
Mueren lo bello, lo triste, lo absurdo
Se calcina el precario infinito del hombre
Hasta que solo queda un puñado de cenizas
Un testimonio del fuego, un poema.
(matías)
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Beso!
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