Jamás fue tan lejos la distancia,
Lejos como el puño cerrado,
Como la ceguera amarilla.
Qué lejanía,
Allá donde nada,
Hubiera sido nada,
De haber sido,
Y tan lejano de tanto,
Que empequeñece el gozo,
Pequeño, de tener aire en los pulmones.
Lejos, muy lejos,
Tan lejos que adentro, parece,
Pero nunca se llega.
Ay, lo lejos que es todo,
Por eso traigo un ay de otro siglo.
Lejos para atrás, y para adelante,
En el corazón,
En el lenguaje,
En la niebla,
Lejos de todo y de todos,
Con la alma internada,
Mirando un techo amarillo,
Enfermo de paso,
Y de lejanía.
(Matías)
lunes, 8 de octubre de 2012
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