Una cadena imaginaria ata al futuro con el olvido
Lo amarra como historia muerta
Con los cepos inmóviles de la nada
Y así crece este infinito vacío que se adelanta
Para tumbarse en cada ciénaga
Para bordear cada absurdo despeñadero
Y remedar el pulso del tiempo en una palabra
Aquella cadena imaginaria es la unidad de la espera
Donde los eslabones portan ya el sentido
Y solo resta, entonces, desentrañarlo
Sin embargo, esa espera no es nunca pasiva
Un mero acto de entrega resignada a los albures
La espera no es nunca un estar esperando
Es, más bien, un estar haciendo
No hay espera que sea sin esperanza
Aún los enfermos terminales
Los amores no correspondidos
Esperan, esperanzan, construyen
Si el río corre en un mismo sentido, caótico
Pero ordenado, el deseo es más imprevisible
No sigue un curso, no tiene un destino, una desembocadura
O tiene el destino de no desembocar en ninguna parte
Porque toda espera está destinada al fracaso
El que espera y el esperado, son acribillados por el sentido
Se hunden, se atan a la cadena imaginaria
Quedan presos de un fluir ajeno, de una espera ajena
O de una tan íntima que se vuelve extraña al mundo
No se puede ser fiel, siquiera, a los propios pensamientos
El futuro es otro de esos tristes espectros que proyectan
Nuestras propias debilidades
El pasado no puede ser otra cosa que una fantasmagoría
El presente es lo vivido, el más intenso fantasma
Nosotros somos tiempo, tiempo que se desarma
Una lluvia violenta que se apaga suave en un vidrio.
(matías)
miércoles, 19 de enero de 2011
domingo, 9 de enero de 2011
Nieve y durazno
Tal como llega el éxtasis, llegaba
Y en el momento extático
Era como un espasmo de la tierra
Tenía la boca de nieve blanca
Que nunca nevaba
Más que en el cielo del verbo
En el trajín de la ventana
En el estupor de sus muertos
Los perros sin rabo se duermen
Se acurrucan en la nostalgia
La mosca avanza por el durazno
Lo penetra, lo fecunda
Ella decía que la nieve debe enfriar
Para ser palabra
Después si, agujerear el mundo
Quitar el guante límpido del mundo
Hundir las manos desnudas y ajadas
Contar los pájaros como historias
Y no como cifras y órdenes
La mosca fecunda dulcemente el durazno
Y lo muere
Ella nevaba, solo cuando quería
Cuando la nieve blanca estuviera fría
Y conmoviera al mundo
Entonces daba el amor, que se parece al silencio
Entonces yo nacía
Como un carozo caliente desde su lenguaje, su alma.
(matías)
Y en el momento extático
Era como un espasmo de la tierra
Tenía la boca de nieve blanca
Que nunca nevaba
Más que en el cielo del verbo
En el trajín de la ventana
En el estupor de sus muertos
Los perros sin rabo se duermen
Se acurrucan en la nostalgia
La mosca avanza por el durazno
Lo penetra, lo fecunda
Ella decía que la nieve debe enfriar
Para ser palabra
Después si, agujerear el mundo
Quitar el guante límpido del mundo
Hundir las manos desnudas y ajadas
Contar los pájaros como historias
Y no como cifras y órdenes
La mosca fecunda dulcemente el durazno
Y lo muere
Ella nevaba, solo cuando quería
Cuando la nieve blanca estuviera fría
Y conmoviera al mundo
Entonces daba el amor, que se parece al silencio
Entonces yo nacía
Como un carozo caliente desde su lenguaje, su alma.
(matías)
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